No debió suceder, pero sucedió. Santiago de Compostela está de luto, Galicia está de luto, España entera está de luto. La pérdida de 78 vidas y un centenar de heridos – 20 de ellos en estado crítico – en el accidente de un tren cerca de la estación de Santiago, ha sacudido al país que siente el negro de la tragedia que se puede considerar una catástrofe de dimensiones mayúsculas. Conocer porqué pasó lo que pasó y deslindar responsabilidades es algo irrenunciable, pero ya habrá tiempo para ello. Hoy lo que procede es estar al lado de los afectados: familias rotas, niños sin padres, futuros truncados e ilusiones perdidas. Así lo ha entendido el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, que hoy estará en el lugar del accidente y así lo ha entendido, también, el jefe de la oposición que ha hecho llegar sus condolencias a las autoridades gallegas y a las familias tocadas por la desgracia. El presidente de la Conferencia Episcopal Española , cardenal Antonio María Rouco Varela, ha hecho pública su consternación y su solidaridad con las víctimas. El Papa Francisco ,que se encuentra en Río con motivo de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, ha manifestado su pesar por la tragedia y dedicará la misa que va a celebrar hoy a las víctimas del accidente.