~Las noticias que nos están llegando revelan una barbarie injustificable en Irak. La persecución, el martirio y el asesinato de los cristianos es más bien una actitud salvaje por parte de quienes no han evolucionado con el tiempo y su respeto por la libertad de conciencia y la propia vida es absolutamente nula. La religión no puede ser el soporte de semejante insensatez.
Gentes decapitadas, gentes crucificadas, cabezas colgadas para infundir el miedo. Es una pesadilla protagonizada por los yihadistas que quieren restablecer el Califato de Irak que fue abolido hace casi 100 años, en 1923, por el fundador de la Turquía moderna.
Las etnias minoritarias huyen para salvar sus vidas, los cristianos también lo hacen por los mismos motivos pero no renuncian a su fe dando un testimonio invalorable. Pero en el camino de este “pueblo en fuga”, como lo denominó el Papa Francisco, hay niños que mueren hambre y de sed.
Los yihadistas señalan a España como uno de sus grandes objetivos ya que la consideran suya. Y lo que sucede no está lejos de las fronteras europeas.
Nuestro continente está amenazado, pero n o hay reacción por parte de la Unión.
Este es el momento de actuar de forma conjunta con racionalidad y eficacia en defensa de una forma de vida, de unos principios inalterables basados en el respeto al prójimo, a sus ideas y a sus creencias.
Líderes políticos y religiosos, incluidos los musulmanes, tienen que ponerse a trabajar unidos, sin pérdida de tiempo, para que esta brutalidad extrema, que ya ha costado muchas vidas, siga extendiéndose