Mariano Rajoy y el PP, la obsesión de la izquierda

Digan lo que digan los directivos del Partido Popular, se cuestione lo que se cuestione de los documentos  de Bárcenas, se investigue lo que se investigue en la Audiencia Nacional, la sentencia del PSOE está dictada. Rajoy miente, Arenas miente, Alvarez Cascos miente, Cospedal miente, y España no se merece un presidente que les mienta (¿se acuerdan del 11M?, “España no se merece un gobierno que les mienta”). Para los socialistas, todo está claro: hubo financiación ilegal del PP y se pagaron sobresueldos en negro, pero no aportan una sola prueba y todo se basa en unos documentos de dudosa veracidad que, además, están siendo investigados  por el juez Pablo Ruz. A esta postura se suman otros partidos de la oposición con irresponsables descalificaciones al presidente a quien le piden, igual que el PSOE, que dimita y hay quien va más lejos (IU) solicitando la convocatoria anticipada de elecciones generales. Tanto Rosa Diez, líder de UPyD, así como Cayo Lara, líder de la izquierda radical, están convencidos de mejorar su representación parlamentaria si continúan en esa línea de actuación animados por los resultados de encuestas  realizadas cuando aún faltan dos años para la cita electoral.

El PSOE, ignorando que lo que se está investigando es el enriquecimiento del señor Bárcenas encarcelado porque no puede explicar el origen de su fortuna depositada en cuentas de distintos bancos, insiste una y otra vez, casi de forma enfermiza, que quiere una comisión de investigación en el Congreso de los Diputados, de la misma forma que pidió la comparecencia de Mariano Rajoy ya celebrada, y amenaza con una moción de censura, acto en el que se examina al candidato propuesto para relevar al actual presidente, que incluso puede no estar presente en el debate. En realidad, la absurda pretensión del PSOE es que Mariano Rajoy se autoinculpe, lo que no deja de ser una utopía. Si el PSOE quiere presentar una moción de censura que la presente y no cacaree tanto. Las mociones de censura se presentan no se anuncian.   Sería, por otro lado,  una buena ocasión para conocer a su candidato a la presidencia, su programa de gobierno y las diferencias de sus propuestas con relación al nefasto gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que dejó este país enfangado económicamente, en política territorial, en relaciones internacionales, en educación y socialmente.

La pretendida superioridad moral de la izquierda es una falacia. Presentarse como adalid de la transparencia y la honestidad es otra de sus mentiras. El PSOE  es el único partido condenado por financiación ilegal y actualmente el triste protagonista de un expolio de más de mil millones de euros, el más grave de la democracia, conocido como los ERE de Andalucía, comunidad en la que gobierna teniendo como socio a IU. Tapar este escándalo con maniobras de distracción es otra de las explicaciones de la pertinaz persecución al actual presidente del gobierno. IU lejos de romper su pacto de gobierno y ponerse del lado de las investigaciones que se están llevando a cabo para deslindar responsabilidades, pide pasar página y que esto se entierre en el  cofre de los asuntos olvidados.

No defiendo a los corruptos, pero estoy contra las acusaciones gratuitas,  medias verdades, medias mentiras. Si el PSOE quiere aparecer con una pátina de honestidad que comience por limpiar su casa y acepte la ley de transparencia que, por cierto, no votó. Lo mismo es aplicable a los demás partidos políticos, incluido el PP, que tienen mucho polvo que barrer debajo de las alfombras. Honestidad total en los partidos y en los políticos. Si eso se consigue será el punto de inflexión en la recuperación de la perdida confianza del ciudadano por el lamentable espectáculo que se está dando. Será también una forma de trasmitir solidez a los mercados y al resto del mundo. Es lo que procede en estos momentos que apuntan hacia el final de la recesión y el principio de la recuperación tras una crisis brutal.

Y para finalizar, una petición a los medios de comunicación: dejen de dar protagonismo a esas personas que hablan al dictado de los partidos sin importarles la verdad, la honestidad, ni el interés común.  El periodismo no puede estar al servicio de una ideología. El periodismo tiene que ser sensato, honesto e imparcial.

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